miércoles, 9 de marzo de 2011

Peces.


Los peces jamás fueron del barro. Ellos siempre fueron del aire, de las nubes, del océano que envuelve a la tierra… ese en el que las otras aves vuelan.
Sus cuerpos no tienen alas, porque no vuelan por tener alas, ni por tener plumas en la ausencia. Vuelan porque esa es su naturaleza… ser del aire como lo es el sol de la línea que parte la tierra.
Esos mismos peces que no son del barro… tampoco son de dios, no son de ningún dios. Dios se sienta bajo un árbol que es de barro y de sus manos y los observa. Los peces juegan en el aire alrededor de las ramas más altas… ellos también lo observan, pero no son de las manos del que se sienta, son de las manos del espíritu que también vuela, no porque tenga alas… solo vuela porque esa es su naturaleza.

1 comentario:

  1. Porque esa es su naturaleza… como la de tus letras, que también vuelan, como el espíritu que con ellas llevan.

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Si de verdad me leyeras, si de verdad comprendieras la esencia de mi ser... sabrías que estoy aprendiendo que hay palabras que no se deben decir... hay momentos en que se debe guardar el corazón en su cajita de perfumes hasta el próximo invierno. Son como esas cosas del cuidado de las plantas y del jardín que nos ayudan a mantener la fe en nuestros sentimientos.
Si mi espíritu no ha podido florecer aún en esta tierra, lo mudare de este cielo a cielos nuevos. A un lugar donde las nubes no sean de tormentas o silencios.

Hay muchos libros de silencios y hay muchos libros de sueños que aguardan en los estantes, quizás es hora de que los lea, o que los beba como el néctar que me ayude a sanar de tanta mala suerte en mi corazón y en mis ideas.

Mi alma espera en los arboles, algún día la encontraras. Pero si la recuerdas, dile de esas palabras mágicas y veras como se acerca.