En los ojos a veces duele el ritual del viento y las hojas secas, pero el corazón se renueva en la primavera. Aunque el dolor sea igual en cualquier espacio del cielo o del tiempo, la ausencia parece perder territorio si la acompaña el color natural de los silencios, esos que se sumergen en las hojas verdes y despiertan en el perfume dormido en la humedad de la tierra.
Por las mañanas se oyen las ventanas crujir sus mundos nuevos… destellos de aire fresco por cada habitación, mientras se zambulle en las manos como una constelación de brisas, un recuerdo que vibra como la luz de sueño.
En un lenguaje incomprensible te digo lo que siento, muchas palabras, muchas sonidos, un sin fin de razones, todas las causas, mi ignorancia sobre las certezas de mi espíritu.
En un lenguaje incomprensible para el alma, me dices lo que sientes, pero nada tienen que ver con nada... tantas palabras, tantas y tantas y señales de tu cuerpo sobre la naturaleza del cielo, sobre la eternidad del tiempo y el milagro de reencontrarnos en este mundo y en este tiempo.
En un lenguaje incompresible me alejo de todos, de todos los hombres y mujeres del mundo… cuando me encuentro en sus ojos, el todo calla y el alma se acerca y se comunica con el ser verdadero, ese que todos somos en nuestros recuerdos, en nuestros sueños, en los instantes en que nos encontramos en las miradas y los silencios mas profundos, ese lugar claro en que todos somos cielo al ser el paisaje mas hermoso para el mundo.
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