Ya no hablara mi jardín con las macetas rotas
Esos tristes pedazos de tierra herida, incendiada
Ya no hablara mi jardín con el cielo líquido de los charcos
Esos espejos de los mundos oscuros, olvidados
Ya no hablaran mis labios de silencios espectrales
esos lugares que recuerdan el tiempo que no ha sido
Todo el color de mi piel abrazara al invierno en sus verbos fríos
Soy la mujer serpiente
El silencio frágil que emanan los aromillos
la calidez que agita las flores blancas del ciruelo
la nostalgia que abraza en las mañanas
Soy como una anciana, o una niña frágil
caminando sobre el filo de sus temores descalza
Soy un dolor sobre el dolor el frio de la distancia
Ahora mientras el rio lamenta su entraña de piedras
Mis manos lamentan su profundidad de huesos
Mi cuerpo llora sus pechos
Su vientre
Su ombligo apagado
Mis lunares toman alas
Buscan nueva hierba que sostenga sus colores, que acompañe el parpadeo de sus almas
No estoy muerta
Aun respira mi esternón
Aun se inflama mi pecho
Aun siento la presión en el diafragma
No estoy muerta
Simplemente se apaga la luz, la estrella, el pequeño bichito de luz de mi mirada.
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