miércoles, 29 de diciembre de 2010

Nada.

Nadie ve como se derriten las estrellas de este verano
Como el sol despeina su fuego sobre el asfalto
Como el amarillo tiñe los arboles

Nadie ve el fantasma salir del monte
Trepar las piedras
Entrar al agua
Ser pez y ser rio y ser calma

Nadie escucha los sollozos del viento
Desenredar las ramas
Montar en cabellos de luna
Penetrar su alma
Transportar el perfume del cielo
Sobre las nubes
Abrir sus piernas blancas
Suspirar sobre los ojos del silencio
Antes de que se derrame sobre el mundo el alba

Nadie sabe qué color tiene la muerte sobre los ojos
Hasta que visita su casa
Hasta que bebe de la copa del infierno
El fuego de la desesperanza.

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Si de verdad me leyeras, si de verdad comprendieras la esencia de mi ser... sabrías que estoy aprendiendo que hay palabras que no se deben decir... hay momentos en que se debe guardar el corazón en su cajita de perfumes hasta el próximo invierno. Son como esas cosas del cuidado de las plantas y del jardín que nos ayudan a mantener la fe en nuestros sentimientos.
Si mi espíritu no ha podido florecer aún en esta tierra, lo mudare de este cielo a cielos nuevos. A un lugar donde las nubes no sean de tormentas o silencios.

Hay muchos libros de silencios y hay muchos libros de sueños que aguardan en los estantes, quizás es hora de que los lea, o que los beba como el néctar que me ayude a sanar de tanta mala suerte en mi corazón y en mis ideas.

Mi alma espera en los arboles, algún día la encontraras. Pero si la recuerdas, dile de esas palabras mágicas y veras como se acerca.