jueves, 28 de octubre de 2010

El color de la ausencia

Nadie sabe qué color lleva la ausencia por vestido, hasta que se acerca, hasta que se aleja.  Y aunque muchos la confundan con una tormenta, ni siquiera es de nubes, ni de humo, es de eso que se forma cuando no hay nada para imaginar un cuerpo, o un espíritu, es más que el silencio o la sombra, es algo así.... como una tormenta de ruidos, como una tormenta de ensordecedores ruidos, porque allí donde debería haber algo, no hay nada.

La música más terrible es aquella que no podemos oír, el color más bello acompaña las palabras que no nos dicen. Si el amor juega a internarse en un bosque,  desenterrar tesoros antiguos, no importa cuántas brujas amenacen mi ventana, ni cuantos demonios asechen con sus filos, mis manos han decido no alzarse en mi defensa, caen como pesadas cadenas, he perdido la voluntad de recuperarme después de las batallas, mi cuerpo está herido y no tengo intenciones de ver otro día, no quiero que el sol se levante sobre los campos muertos para que el perfume de la muerte también susurre sobre mi rostro que he perdido. Si ya saben que estoy muerta, déjenme llorar mi silencio sobre mi cuerpo podrido, déjenme que mis uñas se desgarren sobre la piedra del sacrificio, que la tierra abrace poco a poco a mis extremidades. Y esto pasa por que hoy estoy cansada, cansada con sed de cielos y lagos profundos, cristalinos, pero no hay ojos con esas profundidades, no hay abrazos, no hay mas  perfumes de paisajes limpios, ahora se que el egoísmo tiene ventanas muy grandes y deja salir desde su interior a su amargo espíritu.


Nadie sabe qué color lleva la ausencia por vestido, hasta que se acerca, hasta que se aleja. Y aunque muchos la confundan con tormentas, no es de agua, ni de aire, es como el fuego, tibia, abrazadora como la muerte, enorme como la sed del mundo en paisajes de sequía.

1 comentario:

Si de verdad me leyeras, si de verdad comprendieras la esencia de mi ser... sabrías que estoy aprendiendo que hay palabras que no se deben decir... hay momentos en que se debe guardar el corazón en su cajita de perfumes hasta el próximo invierno. Son como esas cosas del cuidado de las plantas y del jardín que nos ayudan a mantener la fe en nuestros sentimientos.
Si mi espíritu no ha podido florecer aún en esta tierra, lo mudare de este cielo a cielos nuevos. A un lugar donde las nubes no sean de tormentas o silencios.

Hay muchos libros de silencios y hay muchos libros de sueños que aguardan en los estantes, quizás es hora de que los lea, o que los beba como el néctar que me ayude a sanar de tanta mala suerte en mi corazón y en mis ideas.

Mi alma espera en los arboles, algún día la encontraras. Pero si la recuerdas, dile de esas palabras mágicas y veras como se acerca.