martes, 12 de junio de 2012

Paisaje.

Todo lo que respira es eterno. Aunque luego muera por un tiempo. Ya verás nacer nuevamente mi espíritu en la luz de la siesta, como esa misma que ahora,  cruzando las hojas de los arboles se zambulle entre las ramas para perderse en los claros de luz del suelo.
Todo lo que respira es eterno, mi madre respira en la cocina, sus manos me duelen, pero ya han hecho canciones sobre ese tema. Su cuerpo me duele,  y para esos dolores no hay remedio.
Todo lo que respira viaja hasta el fondo de sí mismo, reconociendo los cielos interiores, perdiéndose en las nubes mientras se elevan.
La flor respira en el agua, ya ha caído, se descompondrá. Perderá el color y la forma, se reafirmara su perfume. Ingrávida sobre el reflejo del agua se unirá a la luz por completo.
Desde mis ojos el mundo respira, inhalo su energía, exhalo su energía. Los ríos internos en mi se rebalsan desde mi sombra que decide desaparecer en el verde. Lejos, muy lejos, en otro cielo tú. Ingrávido, respiras. 

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Si de verdad me leyeras, si de verdad comprendieras la esencia de mi ser... sabrías que estoy aprendiendo que hay palabras que no se deben decir... hay momentos en que se debe guardar el corazón en su cajita de perfumes hasta el próximo invierno. Son como esas cosas del cuidado de las plantas y del jardín que nos ayudan a mantener la fe en nuestros sentimientos.
Si mi espíritu no ha podido florecer aún en esta tierra, lo mudare de este cielo a cielos nuevos. A un lugar donde las nubes no sean de tormentas o silencios.

Hay muchos libros de silencios y hay muchos libros de sueños que aguardan en los estantes, quizás es hora de que los lea, o que los beba como el néctar que me ayude a sanar de tanta mala suerte en mi corazón y en mis ideas.

Mi alma espera en los arboles, algún día la encontraras. Pero si la recuerdas, dile de esas palabras mágicas y veras como se acerca.