Todo lo que respira es eterno. Aunque luego muera por un tiempo. Ya verás nacer nuevamente mi espíritu en la luz de la siesta, como esa misma que ahora, cruzando las hojas de los arboles se zambulle entre las ramas para perderse en los claros de luz del suelo.
Todo lo que respira es eterno, mi madre respira en la cocina, sus manos me duelen, pero ya han hecho canciones sobre ese tema. Su cuerpo me duele, y para esos dolores no hay remedio.
Todo lo que respira viaja hasta el fondo de sí mismo, reconociendo los cielos interiores, perdiéndose en las nubes mientras se elevan.
La flor respira en el agua, ya ha caído, se descompondrá. Perderá el color y la forma, se reafirmara su perfume. Ingrávida sobre el reflejo del agua se unirá a la luz por completo.
Desde mis ojos el mundo respira, inhalo su energía, exhalo su energía. Los ríos internos en mi se rebalsan desde mi sombra que decide desaparecer en el verde. Lejos, muy lejos, en otro cielo tú. Ingrávido, respiras.
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