martes, 10 de abril de 2012

Nuevamente veo a los hombres acercarse a la fuente. Algunos se conforman con el perfume del aire, otros se atreven a pedir deseos mientras descubren las voces invisibles de los pájaros.
Vi una vez un hombre sorber de la fuente silencios y palabras, sueños y deseos como cielos de tarde de verano.
Aquí no es abril ni es diciembre, no hay tiempo ni relojes mudos. Algunos duendes destejen las nubes de sus barbas. Algunos demonios lloran sus infiernos privados, mientras tratan de parecerse al resto de los hombres condenados. También vi algunas brujas caminando por la plaza y un caballero sonriéndole a la muerte en un reflejo del agua.
Vi una hermosa mujer hablar con las paredes, la vi callar al oír que le contestaban. ¿Pueden la humedad y las grietas de una pared muda doler más que cualquier palabra?

Anoche, soñé lo que antiguos poetas han soñado. Soñé que me amabas. 

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Si de verdad me leyeras, si de verdad comprendieras la esencia de mi ser... sabrías que estoy aprendiendo que hay palabras que no se deben decir... hay momentos en que se debe guardar el corazón en su cajita de perfumes hasta el próximo invierno. Son como esas cosas del cuidado de las plantas y del jardín que nos ayudan a mantener la fe en nuestros sentimientos.
Si mi espíritu no ha podido florecer aún en esta tierra, lo mudare de este cielo a cielos nuevos. A un lugar donde las nubes no sean de tormentas o silencios.

Hay muchos libros de silencios y hay muchos libros de sueños que aguardan en los estantes, quizás es hora de que los lea, o que los beba como el néctar que me ayude a sanar de tanta mala suerte en mi corazón y en mis ideas.

Mi alma espera en los arboles, algún día la encontraras. Pero si la recuerdas, dile de esas palabras mágicas y veras como se acerca.