miércoles, 22 de junio de 2011

Renaciendo al final del día

Me canse de ser la princesa y me baje del cuento ni bien cruzaba la nueve de julio, agarre por corrientes, me interne en una librería y por un par de siglos soñé con no ser ni Julieta, ni Alfonsina.
Me canse de ser un duende, y deje mis zapatos de madera sobre el mantel de la mesa que nos vio desayunar tan tristes… porque al sonar en la radio el último tango de los que siempre yiran, se cayó del armario la guitarra escondida
Me canse de volar, por eso aterrice en los techos de la ciudad más triste, pero no dejo de tener sueños aéreos, de pensar que los eclipses son madanlas que nos recuerdan la verdadera función de del sol y la luna

Me canse de ser la princesa, me quite el vestido y me convertí en la india
Y con mis talones rasgados, voy bailando y arrastrando mi pena sobre la piedra ancestral del sacrificio
Pero me canse de ser la india, y cansada de mi misma, me senté en las orillas, en los extremos, en las aristas a sentir el perfume de las horas perdidas
Voy bajando la autopista, no se conducir pero este carro no necesita instrucciones para descender al mundo después de levitar por muchas vidas sobre las esferas azules que forman el cielo que todos miran.

Y mi reflejo del agua es interrumpido por una rana, que sabe volar al interior del mundo líquido.
Y mi perfume en el aire es disperso por la sonrisa del polen sobre el mundo.
Y mi desnudez es perdida por las caricias invernales de los arboles que me cuidan
Con sus hojas, con sus sombras o con las plumas de los seres que los habitan.

1 comentario:

Si de verdad me leyeras, si de verdad comprendieras la esencia de mi ser... sabrías que estoy aprendiendo que hay palabras que no se deben decir... hay momentos en que se debe guardar el corazón en su cajita de perfumes hasta el próximo invierno. Son como esas cosas del cuidado de las plantas y del jardín que nos ayudan a mantener la fe en nuestros sentimientos.
Si mi espíritu no ha podido florecer aún en esta tierra, lo mudare de este cielo a cielos nuevos. A un lugar donde las nubes no sean de tormentas o silencios.

Hay muchos libros de silencios y hay muchos libros de sueños que aguardan en los estantes, quizás es hora de que los lea, o que los beba como el néctar que me ayude a sanar de tanta mala suerte en mi corazón y en mis ideas.

Mi alma espera en los arboles, algún día la encontraras. Pero si la recuerdas, dile de esas palabras mágicas y veras como se acerca.