Me canse de ser la princesa y me baje del cuento ni bien cruzaba la nueve de julio, agarre por corrientes, me interne en una librería y por un par de siglos soñé con no ser ni Julieta, ni Alfonsina.
Me canse de ser un duende, y deje mis zapatos de madera sobre el mantel de la mesa que nos vio desayunar tan tristes… porque al sonar en la radio el último tango de los que siempre yiran, se cayó del armario la guitarra escondida
Me canse de volar, por eso aterrice en los techos de la ciudad más triste, pero no dejo de tener sueños aéreos, de pensar que los eclipses son madanlas que nos recuerdan la verdadera función de del sol y la luna
Me canse de ser la princesa, me quite el vestido y me convertí en la india
Y con mis talones rasgados, voy bailando y arrastrando mi pena sobre la piedra ancestral del sacrificio
Pero me canse de ser la india, y cansada de mi misma, me senté en las orillas, en los extremos, en las aristas a sentir el perfume de las horas perdidas
Voy bajando la autopista, no se conducir pero este carro no necesita instrucciones para descender al mundo después de levitar por muchas vidas sobre las esferas azules que forman el cielo que todos miran.
Y mi reflejo del agua es interrumpido por una rana, que sabe volar al interior del mundo líquido.
Y mi perfume en el aire es disperso por la sonrisa del polen sobre el mundo.
Y mi desnudez es perdida por las caricias invernales de los arboles que me cuidan
Con sus hojas, con sus sombras o con las plumas de los seres que los habitan.
Me cansé del disfraz y asumí ser yo.
ResponderEliminarValiente.