lunes, 22 de septiembre de 2014

Llegar a las flores por su perfume, no por su tamaño o su forma. Es como oír la voz espiritual de alguien y alcanzarlo en la distancia, sin confusiones. Ver a los ojos al mismo universo, en cualquier criatura. Saberse celestiales por el simple hecho de estar vivos. No aprendí a cantar, de la misma forma que no aprendí a sentir, la naturaleza nos da una piel tan especial que es un paisaje, cuando aprenden a contemplarte te sienten y respiran.

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Si de verdad me leyeras, si de verdad comprendieras la esencia de mi ser... sabrías que estoy aprendiendo que hay palabras que no se deben decir... hay momentos en que se debe guardar el corazón en su cajita de perfumes hasta el próximo invierno. Son como esas cosas del cuidado de las plantas y del jardín que nos ayudan a mantener la fe en nuestros sentimientos.
Si mi espíritu no ha podido florecer aún en esta tierra, lo mudare de este cielo a cielos nuevos. A un lugar donde las nubes no sean de tormentas o silencios.

Hay muchos libros de silencios y hay muchos libros de sueños que aguardan en los estantes, quizás es hora de que los lea, o que los beba como el néctar que me ayude a sanar de tanta mala suerte en mi corazón y en mis ideas.

Mi alma espera en los arboles, algún día la encontraras. Pero si la recuerdas, dile de esas palabras mágicas y veras como se acerca.