Abril me muestra sus moretones frescos.
Duele en el perfume que emana de la tierra.
Y de los tules que intentaron vestir mi cuerpo.
La luz es otra forma de la sombra.
Cuando la tristeza me adorna con collares de flores de violetas.
Y amanecí con los puñales que no dejaban ver la piel de mis costados.
Y amanecí con la sangre seca de mis ojos que se van poniendo ciegos.
Nuevamente.
Apago mis esferas al horizonte.
Mastico un par de planetas.
Vuelvo a mi naturaleza de india que se esconde en la selva,
Huyo a la selva.
Me refugio en la selva.
Y mis manos buscan entre la tierra y las piedras y las orillas del río.
Las raíces de mi espíritu abandonado antes de partir a esa luz de engaños y promesas.
Y mis manos alojan entre sus líneas.
La triste suerte de mi esfera.
Estallo.
Palidezco,
Esto es tristeza.
Me desnudo de apoco de esta soledad que me escupe el mundo.
Me desnudo de a poco
De los argumentos de los extraños arrojados sobre los libros.
Me desnudo de la vestimenta de la industria maldita de luces artificiales.
De metales impuros.
No hay símbolos que contengan la forma de mi estrella.
No hay manos capaces de conciliar la luz de mi esfera.
No hay ojos que soporten mi mirada.
Ni los míos sobre el agua mientras enjuago a esta cara nueva de penas
Y los dolores caen de mis manos como piedras.
Y los dolores trepan por mi vientre como insectos que se anidan entre la piel y los huesos.
Y se me cubre el cuerpo de tierra.
Y como quisiera madre de mi soles, madre de mi esfera, mi madre herbal madre tierra,
Que tu voz arrulle esta desolación de luz y estrella.
Y como quisiera
… nana de mis sueños.
Que me duermas en tus brazos para siempre.
Para no parpadear mi agonía sobre el horizonte mudo.
Que no responde con su fuego esférico a mi tristeza.
Y me declaro bruja, que prendan la hoguera.
Y me declaro mujer, que me condenen.
Y me declaro blanca, que me usen de soporte para los colores de su arte sobre la piel de mis desamores, pinten sus cruces sus símbolos y sus banderas.
Y me declaro perfume, para que me evaporen en el aire.
Y me declaro liquida, néctar de soles para que me consuman, me agoten, y me dejen, vacía, recipiente de huesos, muerta de deidades que me protejan.
No tengo mas corazón solo esta caja hermética.
No tengo mas luz, tan solo estas pequeñas esculturitas verticales de cera.
No tengo más cuerda., tan solo mi cabello suelto cubriendo la desnudez de mis senos.
No tengo más mi colección de semillas, sobre mis muñecas.
No tengo mas las melodías de la ventana sobre la cortina que se creía fantasma, y se zambullía en el aire de mis temores, provocando mas lagrimas de mi pena.
No tengo más manzanas.
No tengo mas razones para sentirme una princesa.
No tengo más conjuros, solo un libro de magia que no revela señales de mi verdadera esencia.
No tengo ojos que soporten mi mirada.
Ni manos que me retengan.
Ni una voz del otro lado, que me de una ubicación en este plantea.
Si no me nombran no existo.
Me vuelvo niebla.
Y en este otoño frío de soledades sobre los cristales, ser niebla es lo más sencillo para un cuerpo desnudo de riquezas.
Para un espíritu que se hace aire tras los perfumes del olvido entre los brillos de las navajas que lo vencen.
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