miércoles, 21 de abril de 2010

Fin






El final viene rompiendo cristales

Abanicando su muerte distante.

Agitando su cuerdas.

Desgarrando los tules del cielo.

Que sostienen a las estrellas fijas y parpadeantes.

El final.

Trae de esas flores que solo se huelen desde el cajón

Desde la tumba.

Flores que reverdecen su muerte y la nuestra.


El final se afila en los huesos,

Se escarcha sobre el corazón.

Grita sobre el oído de la vida del espíritu.

Y lo silencia de vida y lo silencia de vida interior.


Y desciende sobre el espíritu de las cosas.

Sobre la naturaleza del amor.

Sobre los labios de la música.

Sobre tu-mi corazón.

Traza una línea y nos dice hasta aquí.

El resto queda fuera del dibujo de nuestra historia,

De mi historia.

De mi vida.

De mi amor-dolor.

Hermano las palabras que pertenecen a la misma naturaleza.

Amor-dolor.

Olvido-muerte.

Vida-color.

Perfume-música.

Tu voz-mi corazón.


El final asoma su propia muerte.

Se detienen en el borde de su precipicio oscuro.

Nos ve con sus ojos auténticos.

Y nos fractura para siempre.

Aunque pongamos manos sobre las heridas.

Las hemorragias liberan las sombras de nuestro interior.


Me baño en la luz de mi muerte.

Que desprende tu olvido.

Me perfumo de la muisca de tu voz distante a mi corazón.

Y del silencio del dolor de todas las cosas.

Brota esta semilla interior.

A veces es un árbol de frutas del deseo.

A veces solo la flor del desamor.


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Si de verdad me leyeras, si de verdad comprendieras la esencia de mi ser... sabrías que estoy aprendiendo que hay palabras que no se deben decir... hay momentos en que se debe guardar el corazón en su cajita de perfumes hasta el próximo invierno. Son como esas cosas del cuidado de las plantas y del jardín que nos ayudan a mantener la fe en nuestros sentimientos.
Si mi espíritu no ha podido florecer aún en esta tierra, lo mudare de este cielo a cielos nuevos. A un lugar donde las nubes no sean de tormentas o silencios.

Hay muchos libros de silencios y hay muchos libros de sueños que aguardan en los estantes, quizás es hora de que los lea, o que los beba como el néctar que me ayude a sanar de tanta mala suerte en mi corazón y en mis ideas.

Mi alma espera en los arboles, algún día la encontraras. Pero si la recuerdas, dile de esas palabras mágicas y veras como se acerca.