El final viene rompiendo cristales
Abanicando su muerte distante.
Agitando su cuerdas.
Desgarrando los tules del cielo.
Que sostienen a las estrellas fijas y parpadeantes.
El final.
Trae de esas flores que solo se huelen desde el cajón
Desde la tumba.
Flores que reverdecen su muerte y la nuestra.
El final se afila en los huesos,
Se escarcha sobre el corazón.
Grita sobre el oído de la vida del espíritu.
Y lo silencia de vida y lo silencia de vida interior.
Y desciende sobre el espíritu de las cosas.
Sobre la naturaleza del amor.
Sobre los labios de la música.
Sobre tu-mi corazón.
Traza una línea y nos dice hasta aquí.
El resto queda fuera del dibujo de nuestra historia,
De mi historia.
De mi vida.
De mi amor-dolor.
Hermano las palabras que pertenecen a la misma naturaleza.
Amor-dolor.
Olvido-muerte.
Vida-color.
Perfume-música.
Tu voz-mi corazón.
El final asoma su propia muerte.
Se detienen en el borde de su precipicio oscuro.
Nos ve con sus ojos auténticos.
Y nos fractura para siempre.
Aunque pongamos manos sobre las heridas.
Las hemorragias liberan las sombras de nuestro interior.
Me baño en la luz de mi muerte.
Que desprende tu olvido.
Me perfumo de la muisca de tu voz distante a mi corazón.
Y del silencio del dolor de todas las cosas.
Brota esta semilla interior.
A veces es un árbol de frutas del deseo.
A veces solo la flor del desamor.
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