Abro la ventana despacio.
Las notas musicales ingresan desde las hojas acompañadas de perfumes del viento.
La distancia es el tiempo en que tarda un beso en callar un labio, y denudarlo de pasado.
A mitad de un día.
La caricia del tiempo, es el déjavu, que te recuerda a ti mismo descalzo, juntando sueños en un baldecito de caracoles, mientras te arrullas del sonido del agua.
Sabía manera de morir y renacer en cada instante.
Inhalas y te reencuentra, tu voz te habla desde las fibras dormidas, y las escuchas tan leves, que parece que la distancia infinita abrió una puerta sobre tu rostro dormido para que puedas oírlo.
Los portales no son más que las manos sobre los rostros.
Y cuando las manos se alejan, la vida es nueva.
El mundo es nuevo.
La verdad no me esperaba estos sabores melancólicos entre las notas musicales que invadieron mi tarde de domingo que me espera aun... en un sillón con una taza de café y chocolate a punto cariño y perfumes verdes.
No esperaba esta nostalgia de luna herida sobre los labios, a mitad de abril, luego de dormir un sueño de soles que se enredan entre las flores de violetas.
Pero las cosas menos imaginadas igual suceden. Porque no dependen de nuestra mente.
Para respirar su vida a cada instante, y sorprendernos tras los paisajes con sus alas de cristales, abanicando sobre el aire, esta tristeza de letras.
A veces yo creo que he escrito demasiado en mi vida, que los cajones llenos de papeles y los archivos en la computadora son demasiado que merecerian por un momento el hacha...
ResponderEliminarpero veo la gran producción que tienes y de mucha claidad y veo que lo mio solo son unas pequeñas plumas que no hacen una almohada
Un abrazo amiga... Un gran abrazo
andrés