Y… en realidad no sé.
En realidad… no sé.
En realidad… no tengo.
Hambre, sueño, sed.
En realidad, no fui.
En realidad, no soy.
En realidad, no seré.
Y desde aquí las irregularidades del camino son de aves muertas.
Y desde aquí las piedras son caparazones de tortugas secas.
Ahí vienen los violines hago una pausa para sufrir con atención.
Que bella la pena musicalizada de cuerdas.
Si hasta te hace sonreír.
… Ay del amor sobre todas las cosas.
La niña de alas de madera.
Es un bello instrumento en el final de la noche.
En el principio del alma sostenida de la ultima estrella.
Ahora vienen los arqueros… abramos el pecho.
Un instante, el dolor es un instante, la herida es un instante.
La pena es eterna.
Eternamente vibraremos como cuerdas.
Que silencio después de los disparos.
Los oídos no están muertos, solo asustados.
Solo ocultan sus cualidades de oír en los rincones de nuestro cráneo.
Y nuestras voces provienen del eco de los temblores del silencio.
Del silencio columpiándose tras las ideas,
Tras los pensamientos.
Y la alfombra de mi cráneo es de flores de violetas secas.
Tengo popurrí de ideas viejas.
Tengo un jardín en las manos que no logra entrar en mi cabeza.
Ahora los extraños nos ven con rostros de violencia.
No saben porque lo hacen.
Porque sus rostros llevan esas expresiones.
Un poco de frustración, un poco de cansancio.
Un poco de aburrimiento, de día martes que no ha sido trece.
Pero nos miran nos absorben energía desde su mirar altanero.
Y caemos, ahora el ruido de nuestro cuerpo cayendo,
De nuestros huesos precipitándose en el suelo.
Ahora caemos.
Y no somos ni seremos.
Comunes…. en un mundo de fantasmas y espectros.
Porque tenemos las ideas llenas de estrellas.
Porque tenemos las manos pobladas de golosinas
Que son la suerte de nuestras ideas.
Porque el color amarillo es mágico,
Como el color verde, y el rojo y el violeta, y etc., etc...
Porque me gusta preguntar sobre los fantasmas que nos observan.
Porque me gusta buscar tu rostro entre las líneas de mis manos
Y trazar más líneas para ver si tú figura se completa.
Porque los rituales no van con lo cotidiano.
No va con el mundo urbano esperar el oleaje de aromas
Que despabila la cortina de la ventana que da al este.
Ahora… espera se van los violines, hagamos una reverencia.
Fue bueno atender al dolor, a la herida y ala pena, desde tan dulces cuerdas.
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