Cuando te acercas, al lago, al estanque, al viento, a la ventana.
A mi corazón, a mi cuerpo, cuando te acercas
La música le hace un guiño tan calido a mi mundo.
Cuando te acercas, aun tras vidas de distancias.
El tiempo se colapsa quiere caer y detenerse,
Y queda como una línea que no baja y que no sube.
Como una línea vertical de luz y de arena, del cielo al suelo.
Tú desde tu lugar lo observas.
Yo desde mi lugar lo siento.
A veces sonrío.
A veces una lagrima que dibuja la misma línea sobre mi mejilla.
Me desprende del sueño.
Y las imágenes que vi de tu cuaderno.
Y esos mensajes que los extraños dejan entre tus notas.
Y tus manos dándole forma a mi rostro y mi cuello.
Jugando a que eres un escultor,
Y que humedeces de lluvia esta arcilla cruda de silencio.
Mientras las imágenes se suceden del campo a la ciudad,
Del ascensor a la cama.
Del trabajo al metro.
Del bosque, a los arqueros.
A mis brazos tensos, en el aire
Sosteniendo mi voluntad de volar.
En sagrado silencio.
Mientras los collares de semillas,
No saben si seguir protegiendo mi cuello.
Permanezco.
Con un silencio de música.
Con un silencio de pausa.
Con un silencio de reposo de suspiros.
De perfil en la almohada.
Y aun en la distancia de vidas que nos separan.
En mi primer parpadeo del día.
Te presiento.
Luz y agua.
Fuego inmortal sobre los labios.
Voluntad de acero.
Y todo mi sueño, es un augurio.
Una premonición al verdadero descanso.
Un poco en el aire de tu alivio.
Un poco en el susurro de tu abrazo.
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