Cuando los violines se calmen.
Y su respiración sea leve.
Cuando el pulmón de la muerte descienda,
Y la vida respire
Nuevamente.
Mírame.
Cuando la luna, se incline al suelo, a la rama, a la ventana.
A tu frente.
Cuando la luna te muestre el camino de regreso, a tu propio cuerpo.
Por favor, por favor.
Por favor, mírame.
Que la muerte es un pestañeó de tiempo.
Y los ojos de la vida nos observan.
A veces aguados, a veces inundados de bestias marinas.
Cuando la voz del ruido de la ciudad entera se calle.
Y el asfalto deje un rincón para las flores de la bienvenida.
Cuando tus vecinas se vuelvan a enamorar de sus viejos amores.
Cuando tu corazón sea al fin mi casa.
Mírame.
Mírame.
Respirare este silencio de huida, mientras tomo las fuerzas prestadas del viento.
A veces vuelo alto, a veces bajo, muy bajo, apenas elevo los pies y los miedos del suelo.
A veces mi sombra es muy pesada, tanto como tu silencio.
Cuando mi voz sea de nuevo una llama.
Una luz tibia que te sirve de manta en pleno invierno.
Cuando mi boca sea un lago, para tu mirada.
Cuando mis manos, vuelvan a ser aves de recuerdos.
Cuando mi cuerpo sea un mapa hasta tu cuerpo.
Cuando los dioses desciendan de sus templos.
Y el cielo, se sumerja en el suelo.
Y las nubes sean señoras que van al mercado.
Que nos sonríen sin pedirnos nada a cambio.
Cuando los niños en las plazas, nos inviten a sus juegos.
Cuando, te saluden los desconocidos en el metro.
Cuando te regalen flores, desde los balcones.
Los duendes de mis cuentos.
Mírame.
Caminare a la luna, viajare hasta el infierno.
Soñare un nuevo cielo.
Guardare mis recuerdos, en un libro, que no presto.
Mírame.
Respirare tu ausencia desde la muerte de todos mis miedos.
Serás mi rincón favorito en el mundo.
Y mi lugar secreto.
Mírame.
Respirare de nuevo.
Olvidare la muerte que me espera en el fondo del lago.
Abandonare el fantasma de los árboles viejos.
Dejare mi maleta de recuerdos.
Cerrare esta herida, no dejare que la luna la vuelva a usar de piscina,
Donde juega con las hadas del desconsuelo.
Cerrare esta herida, y la luna deberá buscar otro piscina,
Donde zambullir su palidez fría en las noches de otoño y preludio de invierno.
Mírame, aun con ojos cerrados.
Aunque estés durmiendo.
Aunque estés muy lejos.
Mírame.
Y sabre reconocer, tu mirada en el tiempo.
Y responderé a la música de tu cuerpo.
Y algo en mi… y algo en ti… cantara en silencio.
Esa melodía…. Que sabe a violines, sobre un paisaje amarillo y verde.
Y el perfume de las horas solas, cambiara su aroma.
Y la espuma del cielo recobrara sus formas.
Respirara la vida, sobre el agua.
Sobre el fuego.
Respirara la música sobre nuestras voces.
Caminare descalza nuevamente, hasta mi jardín de sueños.
Y me dormiré, arrullada de cielo.
Sabiendo que miras, desde tu lugar en el mundo.
Desde tu lugar en tu cuerpo, tu espíritu, los ojos de tu ser.
Distinguen la luz de mi espíritu, que emana mi cuerpo.
Esa luz de saber que existes.
Y que te espero.
Ya sin saber, mas tu rostro, tu nombre.
Siempre cambias, los ojos, y el cuerpo.
Vida tras vida, de todas formas te encuentro.
Cuando tú sepas que ya respiro.
Que te espero.
Que esta luz no es parte del delirio que acompaña al mundo ruidoso y hambriento de sueños.
Cuando sientas la música de la vibración de mi espíritu dentro de mi cuerpo,
Mírame.
Mis ojos ya te están viendo.
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