No puedo evitar algunas palabras.
Como el aire no puede evitar mover aquellas hojas.
O hacer olas en la superficie del agua.
O erizarme la piel cuando adquiere el frío de un fantasma,
O despertarme en la mañana cuando adquiere la tibieza del día.
No puedo evitar algunas palabras.
Y quisiera que estas letras sean harina, para hacer algo bueno con ellas.
Y que de lejos el labrador de la tierra venga a mi puerta.
A descansar y alimentar luego de su faena.
Y que duerma manso unas horas.
Para luego despertar nuevamente.
A trabajar la tierra.
Mi Dios particular le teme a la noche.
Mi Dios particular llama a las estrellas.
Y yo estoy a punto de romper mis arcos.
Ni me defiendo, ni ataco.
Abandono mis arcos.
Y vendrán otros centauros.
Que nada saben de la vida en la granja o en el campo.
Y vendrán otros centauros a instarme a disparar.
Pero esta noche, solo quiero respirar mi muerte.
Respirar mi muerte, llegar a su final.
Ver la luz que esconden todos los colores.
Y luego despertar.
Perder la memoria como lo hago cada viernes.
Perder las ilusiones como lo hago en cada noche.
Y recuperarlas al despertar.
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