jueves, 25 de febrero de 2010

Solo tengo este cuerpo.

Solo los silencios que escupo desde las pestañas

Saben de estos dolores que estallan en piedras lunares.

Al fondo de luz de mis ríos mudos.


Anoche pensé en ese río oscuro.


Las verdes golondrinas.

Apostaron sus plumas al viento.

La noche.

Es otro mar violento sobre mi cuerpo.


Yo no soy de piedra.


Yo no soy de arena.


No soy de cemento,

Ni de acero.

Ni de madera.


No tengo garras,

Ni escamas.

No tengo manchas.

Ni rayas.

Ni franjas.


Tan solo… tengo este cuerpo.


Cuanto lo siento.

De verdad, lo lamento.

Cuanto lo siento.


De las aguas de mis miedos.

Se abren las olas de la muerte y el recuentro.

Portales de mi universo.


Todo el mundo contenido en el hueco de tus manos.

Entre mercurio y Apolo.

Absurdo juego de líneas.

Que no me dicen por quien lloro.


La angustia salta y abre el pecho

… Como tantas otras veces.

Yo tengo la culpa.

Yo amarre mi corazón a mi pecho.

Yo amarre mi corazón a la voz de este silencio.

Que te busca en las melodías.

Entre los vasos de esta mesa desnuda de desayunos

Entre las tazas muertas del desconsuelo.


Los fantasmas hacen rondas, me jalan del cabello.

Algunos se divierten saboreando mi cuerpo.

Siento bocas y manos sobre la piel y sobre el espíritu

Uno de ellos pasa su lengua por mi cuello

Y me congelo.


Me siento tan ajena de mi cuerpo.

Cuando intento volar.

Me acerco a las orillas de mis miedos.

Intento saltar.

Pero solo elevo un poco los talones.

Pero solo flexiono un poco las piernas.

Nada me aleja del suelo.

Solo mis sueños.

Solo mis sueños.


El océano me devuelve sus tesoros.

En forma de amuletos.

Una estrella dibujada en mi cuerpo.

Otro lunar para mi espalda.

Otra línea surcando mis labios.

Otro grito desgarrado de sirena.

Desciendo desde mi pecho.

A mi ombligo.

A mi vientre

Y a mi sexo.


Me cubro por un momento.

La desnudez me persigue en imágenes.

De mi cuerpo vulnerable entre las piedras.


Imposible no terminar rasguñada.


Imposible no terminar desgarrada.


Imposible no intentar.




Mi cuerpo es el ancla.

Del barco de mis sueños.

Es lo que me retiene.

En el fondo del mundo.

En la oscuridad de mis pensamientos.

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Si de verdad me leyeras, si de verdad comprendieras la esencia de mi ser... sabrías que estoy aprendiendo que hay palabras que no se deben decir... hay momentos en que se debe guardar el corazón en su cajita de perfumes hasta el próximo invierno. Son como esas cosas del cuidado de las plantas y del jardín que nos ayudan a mantener la fe en nuestros sentimientos.
Si mi espíritu no ha podido florecer aún en esta tierra, lo mudare de este cielo a cielos nuevos. A un lugar donde las nubes no sean de tormentas o silencios.

Hay muchos libros de silencios y hay muchos libros de sueños que aguardan en los estantes, quizás es hora de que los lea, o que los beba como el néctar que me ayude a sanar de tanta mala suerte en mi corazón y en mis ideas.

Mi alma espera en los arboles, algún día la encontraras. Pero si la recuerdas, dile de esas palabras mágicas y veras como se acerca.