miércoles, 25 de julio de 2012

Una vez traje de un sueño un pequeño perro azul.

Hay que ser muy cobarde para escribir sobre viajes que no pretendemos hacer en esta vida, o sobre aventuras realizables  desde la comodidad de un escritorio, sellando cada paso de esas aventuras con la maldición de que aquello  solo es literatura. Pero hay que ser muy valientes para escribir sobre mundos imposibles, y criaturas que solo habitan en los sueños de los gigantes y los niños.  Pero solo los héroes escriben los diarios de los pueblos, los importantes eventos cotidianos de la vida con tinta pura. También  hay que tener testículos de dinosaurio, y ovarios de loba, para decir en un lenguaje simple aquellas cosas que no decimos día a día. Por ejemplo: para escribir y además decir “te Amo” es necesario haber vivido muchas vidas. Pero hay que ser eternamente joven, niño desde la mirada y el espíritu para atrapar seres de otros mundos.

Una vez traje de un sueño un pequeño perro azul. Para poder conocerlo tuve que cortarme las manos.  Él me vio herida y quiso cuidarme y curarme, busco en su interior esa cosa que la humanidad ha llamado magia, solo  por desconocer su nombre verdadero. Y con su diminuta lengua, también azul me curo. La primera vez que lo vi creí que despertaría del susto, pero no por miedo, si no por la sorpresa.  Sin embargo el sueño continúo. Me quede viento sus patas, el brillo de sus pelos formaba pequeños arcoíris en la luz. Era como un puentecito diminuto a la imaginación de  la niñez eterna. Me dijo su nombre indescriptible, y me conto sus aventuras maravillosas. Tuve que quedarme mucho tiempo habitando aquel sueño, muchos días descubriendo sus pequeños rituales cotidianos. Camine a su paso eternidades, hable su lenguaje, comprendí la amistad,  la alegría  y la ternura de una forma nueva. Me  perdía horas viéndolo improvisar juegos, en los que solo a veces participaba, la mayoría de las veces con observarlo me bastaba. Siempre me hacia sonreír con sus ocurrentes sonidos para despertarme, pero yo no despertaba, solo por verlo y disfrutar de su presencia continuaba soñando y soñando. Reía con esa tibieza de felicidad en la panza,  cuando lo veía  mover su cabeza cada vez que algo le encantaba, y como se disgustaba si no le prestaba atención. Cuando al fin comprendí todo sobre él, pensé en dejarlo libre de mis manos heridas, y deshacer aquel sueño hasta despertarme. Pero él me hizo comprender que ya no había manera de separarnos, que de alguna forma natural nos habíamos unido eternamente, que mi espíritu ya había despertado en aquel sueño y que la realidad se había transformado en el.  Al despertar, mi cuerpo estaba relajado, como si además de haber soñado eternidades hubiera podido liberarme de todas las tensiones cotidianas del mundo común. Ahora mi espíritu, sigue descubriendo criaturas extraordinarias cada vez que duermo o despierto.

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Si de verdad me leyeras, si de verdad comprendieras la esencia de mi ser... sabrías que estoy aprendiendo que hay palabras que no se deben decir... hay momentos en que se debe guardar el corazón en su cajita de perfumes hasta el próximo invierno. Son como esas cosas del cuidado de las plantas y del jardín que nos ayudan a mantener la fe en nuestros sentimientos.
Si mi espíritu no ha podido florecer aún en esta tierra, lo mudare de este cielo a cielos nuevos. A un lugar donde las nubes no sean de tormentas o silencios.

Hay muchos libros de silencios y hay muchos libros de sueños que aguardan en los estantes, quizás es hora de que los lea, o que los beba como el néctar que me ayude a sanar de tanta mala suerte en mi corazón y en mis ideas.

Mi alma espera en los arboles, algún día la encontraras. Pero si la recuerdas, dile de esas palabras mágicas y veras como se acerca.