Mi tierra tiene montes y luceros.
Espacios de oscuridad y tormenta.
Silencios oceánicos, lagunas de viajeros.
Tiene un árbol que no sabe estarse quieto, y en todo lugar hay algo de su espíritu y a todos nos protege en su sombra, a todos nos viste con su verde.
Mi tierra tiene niños que son como pajaritos, vuelan ligero, son tímidos, se bañan en los charquitos, juegan a que caminan cuando los vecinos descubren su juego.
Y hay señoras que están domesticadas al dolor, que han doblado su cuerpo. Son como montañitas fuertes para refugiarse y nutrirse de ternura, son como paisajes transparentes que no te dicen su historia, que nunca se quejan, pero sin querer hacerlo te invitan a contemplar su resistencia.
Mi tierra tiene flores que te perfuman al verlas.
Tiene un corazón arrancado de su pecho.
Cuando voy por el cielo, con mi espíritu me alejo. Pero siempre regreso.
Mi tierra tiene montes y luceros.
Una guitarra que aúlla a la vida. Para que no se aleje sin cantar con ella una alegría y una pena.
Mi tierra tiene historias de todos los tiempos, sobre naves, sobre pájaros, sobre vías, sobre cielos.
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