Qué extraño mundo, o qué natural y nosotros los extraños. Mi cabello crece, siento que eso es bueno. El día es más agradable cuando al fin amanece y ya no me siento tan triste. El frio, la oscuridad, la ausencia de humanidad me asustan. Luego aparecen los pájaros, gigantes aves que dibujar alas en el cielo. Entonces las nubes se sienten concurridas y juegan a disfrazarse de paisajes de montañas, de elefantes y de naves que son traspasadas, atravesadas por los animalitos.
Un desorden de alas y de picos queda atrapado en una especie de cortina nubinica. Qué extraño es el mundo, no les parece, o qué natural y nosotros los extraños. Me corte el cabello, ahora me parezco mas a mi hermano y menos a mi perro.
Tengo la intención de escribir un diario de mis días, pero en el no soy yo misma, soy la que me imagino que he sido durante mi rutina. Nunca seré aquella, porque ya he dejado de ser como el tiempo mismo.
Qué extraño que suenan nuestras voces luego de conocernos. Dejamos de ser extraños y somos naturales como el mundo.
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