No escribo porque tenga sed, o esté muriendo. Tampoco lo hago para describir las formas de la lluvia, o de los hombres. No pretendo desnudar mis emociones, ni esconderlas. No escribo para los ojos, ni para las manos, ni para los libros, ni para otros que también escriben. Escribir en mi, solo es algo que sucede, como la vida.
A veces sostengo las alas de las libélulas antes de que se desprendan de mi mente.
A veces despierto en el jardín que siempre sueño, luego me rindo al cansancio de mi cuerpo y el despertador me inunda de malas decisiones, entonces tengo que despertar, ir a trabajar y abandonar mi sueño.
No escribo porque quiera alcanzar lo inalcanzable.
La verdad es que no escribo de ninguna manera.
A veces solo soy testigo de esta danza que ejercen mis dedos sobre las letras.
Algunas se deslizan por los hilos sagrados, descienden de lo profundo de mis venas.
A veces sostengo una metáfora por sus alas, como lo hago con las libélulas, pero pierdo fuerza al sentir como su naturaleza se sumerge en mi naturaleza, y la suelto.
La metáfora choca con el aire, como si lo hiciera con un muro transparente y luego desvanece.
Ese sonido lo traducen algunas frases de mis letras.
No escribo para llegar a ti, eso es una consecuencia directa de haber llegado a mi.
Escribiendo puedo caminar por el universo, y las palabras van trazando caminos, poco a poco me elevan y me sumergen.
El todo, la nada, tú y el mundo entero habitan en ellas.
A veces me quedo ciega, y el intentar habitar la oscuridad me lleva a plantar estrellas, no las veo, pero su resplandor es tibio y agradable. Por ellas sé que lugar es bueno, cuando quedarme quieta, cuando avanzar.
Escribir es sembrar un camino para andar o tejer una red que nos sostiene. En la oscuridad universal, todos nos encontramos gracias a nuestras letras.
Escribiendo puedo caminar por el universo, y las palabras van trazando caminos, poco a poco me elevan y me sumergen.
El todo, la nada, tú y el mundo entero habitan en ellas.
A veces me quedo ciega, y el intentar habitar la oscuridad me lleva a plantar estrellas, no las veo, pero su resplandor es tibio y agradable. Por ellas sé que lugar es bueno, cuando quedarme quieta, cuando avanzar.
Escribir es sembrar un camino para andar o tejer una red que nos sostiene. En la oscuridad universal, todos nos encontramos gracias a nuestras letras.
Además de hermoso, como siempre son tus letras… una verdadera declaración de principios. Sincera.
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