Los peces jamás fueron del barro. Ellos siempre fueron del aire, de las nubes, del océano que envuelve a la tierra… ese en el que las otras aves vuelan.
Sus cuerpos no tienen alas, porque no vuelan por tener alas, ni por tener plumas en la ausencia. Vuelan porque esa es su naturaleza… ser del aire como lo es el sol de la línea que parte la tierra.
Esos mismos peces que no son del barro… tampoco son de dios, no son de ningún dios. Dios se sienta bajo un árbol que es de barro y de sus manos y los observa. Los peces juegan en el aire alrededor de las ramas más altas… ellos también lo observan, pero no son de las manos del que se sienta, son de las manos del espíritu que también vuela, no porque tenga alas… solo vuela porque esa es su naturaleza.
Porque esa es su naturaleza… como la de tus letras, que también vuelan, como el espíritu que con ellas llevan.
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