Caen de mi piel, antiguas ciudades, todos los nombres, selvas, animales
Caen de mi piel y se revuelcan en una danza de musgo, insectos, ríos, piedras, humedad y sequía.
Y sigo avanzando, palpo las heridas, la ilusión, el deseo, el rumor de eternidad que perfuma cada espacio de existencia. Palpo las heridas, algunas son recientes como la luna, y a la vez lejanamente antiguas.
Caen de mi piel, recuerdos, silencios, golpes de puños que confundieron mi cuerpo con un blanco para sus penas. Caen de mi, me libero, me liberan.
Aprendo a desnudarme, mas allá de esta piel, otra piel despierta y me renueva. Me acepto, y llegan a mi, luz esmeralda, llama sagrada que me alienta a seguir.
No puedo negar la melancolía, es parte de mi como el latido que me mantiene en pie. Sostengo el espíritu a veces y otras lo suelto para que pueda jugar entre los árboles. Fingir que es un ave y comenzar a serlo en pleno vuelo.
Aprendo a desnudarme, descubro otro cuerpo en la luz. Amo mi humanidad y la acepto, mi cuerpo mortal es un puente para trascender el dolor y la tristeza de existir.
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