domingo, 26 de agosto de 2012


Para el poeta decir “Pájaro” es igual a decir vuelo, herida abierta, libertad, incluso cielo o fuego. 

Para la mujer decir “pájaro” es decir mujer sedienta, mujer hambrienta, mujer presa, mujer fuerte.

Para mí, que nada se de las palabras, nada de sus letras, para mí que sólo se de espíritus salvajes volando por el cielo, volando sobre un campo, o sobre una ciudad oscura y casi muerta. Decir “pájaro” es decir mi propio nombre y ver como la criatura se acerca. Es decir mi propio nombre, y ver como la criatura se aleja.

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Si de verdad me leyeras, si de verdad comprendieras la esencia de mi ser... sabrías que estoy aprendiendo que hay palabras que no se deben decir... hay momentos en que se debe guardar el corazón en su cajita de perfumes hasta el próximo invierno. Son como esas cosas del cuidado de las plantas y del jardín que nos ayudan a mantener la fe en nuestros sentimientos.
Si mi espíritu no ha podido florecer aún en esta tierra, lo mudare de este cielo a cielos nuevos. A un lugar donde las nubes no sean de tormentas o silencios.

Hay muchos libros de silencios y hay muchos libros de sueños que aguardan en los estantes, quizás es hora de que los lea, o que los beba como el néctar que me ayude a sanar de tanta mala suerte en mi corazón y en mis ideas.

Mi alma espera en los arboles, algún día la encontraras. Pero si la recuerdas, dile de esas palabras mágicas y veras como se acerca.