Va desapareciendo el mundo en las nubes que me llaman, como una melodía que tira de mis entrañas para que me eleve. Y en mi hogar, me distrae el mundo cotidiano. Los pájaros del jardín, el perro en el patio, el aire y la luz en la ventana. Por la vereda pasan corriendo los niños, alguno tropieza, se cae, llora, luego se levanta y avanza. He perdido la habilidad de olvidar las lágrimas al levantarme.
Va desapareciendo el mundo, y mi rostro en el es igual a un ave que se pierde en las nubes, que planea en el aire, que da algunos gritos y luego se cae, o solo se detiene y baja. Mi fe es una canción que permanece como en los ríos el sonido del agua que viaja.
Estoy, al menos eso dicen libros. Permanezco, así lo quiere mi salud. Pero donde no hay mente solo transcurro como el aire, la luz o el agua, como el sonido de la voz del alma.
Trascurrir… me suena a un gran cambio que comienza, a una nueva forma de ver.
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