Los hombres mansos del alba elevaban las manos al cielo y recibían la lluvia. Construían los ríos, guiaban a los pueblos, bajaban las banderas y subían luminosos arcoíris. Los hombres mansos escribían en el agua y hablaban con las piedras, caminaban al ritmo de la luna, despertaban a los ancianos, a los niños y a todos los dormidos. Y en las aldeas, o en las ciudades el ritual de la comida era simplemente compartirla. Y en las aldeas o en las ciudades no era necesaria la medicina. Aquellos hombres escribían o leían pero sus libros eran los hermanos menores de la tierra, aquellos que guardan las historias de su experiencia a lo largo de la vida.
Los hombres mansos respiraban al ritmo del viento en los arboles, las estrellas guiaban sus pasos, la noche su descanso y su ritmo se renovaba con la primer luz del día.
Cada vez con más fuerza pienso y deseo la idea de volver a la tierra, la necesidad de conectar con lo eterno.
ResponderEliminarLeyendo un poquito, amiga. Besote enorme.