No quiero preguntarme esto
No quiero hacerme esta pregunta
O no quiero responderme en realidad
Temo… que la noche…
Sí, temo que la noche
Pero también temo que el día.
El silencio desplegó las alas de mi cobardía
Ahora me callo.
Mis manos en mi boca cierran los portales.
No lo oirás.
No lo diré.
Pero esta ahí en ti… en mí, en la luna
Un fuego.
Una luz tan grande, como la herida del mar en la tierra.
No quiero preguntarme porque estas en el viento.
Porque estas en la noche y eres la herida del día.
Por que estoy en tus ojos atrapada en el tiempo de los recuerdos
De paseos solitarios en el parque de las tardes frías.
No quiero la respuesta a la pregunta de la muerte.
Ni la respuesta de la vida.
Y esta negación a mi dolor antiguo, se refresca en el néctar de mis nuevos suicidios.
Me muero cada noche.
Me matas cada día.
Revivo en las preguntas que no quiero hacer.
En el silencio espectral del vacío.
Siempre a mi lado la sombra de lo que no soy.
Siempre a mi lado la sombra de lo que pudo ser.
y ese… ¿y que tal si?
Llego al después de su propio ser.
La pregunta cae del árbol.
Inmadura fruta de la fe.
Verde angustia, en la nostalgia de un sueño, herido en sus esquinas.
…sabes tengo también herida el ala de mi sonrisa.
El agua, rompe círculos por las piedras, ahora son estallidos en la superficie.
Cada mensaje rompe el espejo líquido.
Cada lágrima hiere el sendero de las mejillas.
Ahora la línea tibia, rompe la noche.
La ventana de mi alma, chilla por sus bisagras.
Hay una tormenta interior.
Todos los infiernos.
Los inventados y los reales.
Los de los cuentos y los de
No me dan tanto dolor.
Este fuego de las preguntas que callo.
De las respuestas que niego.
Las maletas en la puerta.
Mi herida de luna en el borde del balcón.
Descalza caminando el precipicio de un sueño.
Caí, caí, sin que se abran las alas a último momento.
Sin que un dragón de nubes socorra mi muerte.
Sin que una cuerda desde la altura retenga mi vida.
Caí.
Y eso es dolor.
Caí de mí, de ti.
De todos.
Y tú no dices que no es cierto.
No me ves el suelo.
Estoy en el suelo.
Aun cayendo mas hondo que la superficie de la tierra.
Atravieso el espacio.
Y depende el lugar desde el que me observas creerás que vuelo.
Pero en realidad, aun estoy cayendo.
De mí, de ti,
De un sueño.
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ResponderEliminarno quiero tener el poder,
ResponderEliminarhoy en vida no quiero ser yo quien sea el orígen de la palabra,
la fuente de poesía hiriente,
no quiero ser el pie que te ha hecho caer,
ni quiero ser el vacío que te mantiene sin suelo,
cayendo de mí,
de tí,
de nuestro sueño
HOLA!!!!!!!!!
ResponderEliminarComo siempre este blog, parte de mis bujias y mis pistones para mi recarga interior
Que precioso es esto que escribes por dios!!!!!!!!
Gracias por publicar:)
STAROSTA
(UN PRODUCTO DE TU IMAGINACION)
PD: Humildemente te dejo este link por si algun dia, por error o azar caprichoso del destino lo quieres vistar:
http://www.slideshare.net/STAROSTA1000/bosqueletras
Yo valoraria tu opinion y me cubriria con ella, como un manto sagrado.
Es el vuelo, no la caida lo que te sostiene
ResponderEliminarlo que en ti abre alas al vacio
ese estrellar como lagrima en el agua
y traspasarlar
mirarla caer
atravesarla
como si la caida (o el vuelo)
no tuviera limites
porque asi fue el deseo
lo que forma preguntas en tu boca
tus labios que se quedaron
sin decir nada
porque nada pudo detener
tu caida
ni tu vuelo
ni el instante
pero aun permanece
tu esfera
que sigue volando
hacia otra atmosfera
donde
el hechicero
no sera la noche
de tus ojos en el espejo
sino la luz de tu imantada
fantasia que corre sola
como una esfera nocturna
en busca de su lago
de ese arbol
donde hacer nuevos
conjuros
en tus pechos
en tus cintura
en tus manos
por fin renovadas.
Anonimo, amigo, muchas gracias.
ResponderEliminarStarosta, paso y dejo un comentario, siempre paso a leer. Un abrazo.
Gab, mi amigo, muchas gracias por tu regalo, es un placer leerte siempre.
Un beso enorme.