martes, 11 de mayo de 2010

Subo, subo, al final caigo.





Por que no puedo ignorar la escalera que se pone a mis pies.

Ni el puente que se abre a mis pasos.

Ni la nube de sobre mi cabeza.

Ni el pozo que se abre debajo.

Porque no puedo evitar el perfume, ni el sonido.

Porque aunque diga hasta aquí.

Algo me llama desde aquel árbol, y cuando me acerco, veo este hermoso pájaro.

Un poco ruidoso, de fabulosas plumas, y mirar extraño.

Y cuando ya había dicho hasta aquí.

El pájaro abre alas, vuela, se aleja.

Atraviesa las nubes las colinas y las distancias.

Y yo me quedo mirando.

Y veo una nube con forma de barco.

Camino pensando en el barco.

Una vecina me saluda, casi sin saludarme.

Un movimiento de su cabeza, una sonrisa tímida de costado.

Me deja pensando.

Escucho otro sonido distante, otra escalera me cae delante, subo, subo.

Al final, caigo.

Caigo y pienso, caigo por estar pensando.

No despierto por que no quiero, o porque no estoy soñando.

Otra vez un puente, otra vez el pozo, la nube, ahora veo un lago.

Pienso… ¡otra vez un lago!.

Ya no quiero caminar.

Ni pensar, ni subir escaleras.

Me recuesto por un árbol.

¡Un árbol!

Si, otra vez un árbol, otra vez un árbol.

Un pajaro, me mira vuela, se aleja, lo sigo, me quedo pensando, la vecina no aparece.

Aparece un hombre extraño, me mira sonrisa plena, me extiende una mano.

No pienso.

Respondo con un abrazo.

2 comentarios:

  1. Yo ya te he extendido mi mano, y no has dado respuesta como esta, claro mis intereses iban mas allá de eso.
    pero mujer, es que eres tan bella como tus poemas, como para no tentarse.

    un abrazo si es que alguna ves me dejas.

    ResponderEliminar
  2. Anónimo(J), mira que reconozco tu nombre aun cuando no firmas.
    será mejor que te busques un seudónimo, para no confundirme luego.
    ya sabes que soy muy distraída.
    y sobre lo del abrazo, amigo, siempre nos abrazamos que dices?

    ResponderEliminar

Si de verdad me leyeras, si de verdad comprendieras la esencia de mi ser... sabrías que estoy aprendiendo que hay palabras que no se deben decir... hay momentos en que se debe guardar el corazón en su cajita de perfumes hasta el próximo invierno. Son como esas cosas del cuidado de las plantas y del jardín que nos ayudan a mantener la fe en nuestros sentimientos.
Si mi espíritu no ha podido florecer aún en esta tierra, lo mudare de este cielo a cielos nuevos. A un lugar donde las nubes no sean de tormentas o silencios.

Hay muchos libros de silencios y hay muchos libros de sueños que aguardan en los estantes, quizás es hora de que los lea, o que los beba como el néctar que me ayude a sanar de tanta mala suerte en mi corazón y en mis ideas.

Mi alma espera en los arboles, algún día la encontraras. Pero si la recuerdas, dile de esas palabras mágicas y veras como se acerca.