No me puedo despedir
Mis labios juegan a ser silencios.
Pero siempre me gusto más el sabor de la música.
El ruido me cerró las ventanas de forma violenta.
Y desnude mis manos de la filosofía cotidiana.
Para abrirla a fuerza de susurros.
A fuerza de calma.
Mi espada no tiene la forma de un dragón, ni la del acero.
Apenas me protejo con mis parpados mudos.
A penas me escudo en un color.
Y la luna siempre me presta el lago de su esfera.
Para sanar de los dolores, que me confunden con su nido.
No es cuestión de bálsamos, de venenos, ni de elixires.
Amar es diferente.
Sonríes.
Sonríes por que algo tibio eleva la sonrisa desde las comisuras de los labios.
Pero también abres el dique del llanto.
Porque algo también se acurruca en el centro de tu cuerpo.
Algo frío dependiendo el ciclo de la luna.
De los encuentro o de los abandonos.
No me puedo despedir, mis manos intentan.
Girar la llave.
Mis manos intentan cortar el aire.
Mis manos intentan escribir el fin.
Pero mi lado derecho es toda una ausencia.
No me puedo despedir, si no estas.
Si no escuchas.
Si no miras.
Y sin querer otra vez se asomo la pena.
Se asomo la tristeza.
Es lo que sucede cuando en verdad no te recuperas.
Caminas unos días por el color de la senda.
Y luego caes en oleajes de nostalgia,
A la soledad fría, oscura.
Anestesiada de palabras en algunas poesías.
Y el árbol que era de cristales.
Ahora tiene hojas metálicas.
Y agita su ruido en la tormenta.
Y no quiero.
Y no puedo.
Y no sé.
No sé como despedirme.
Algo de mi se va lento.
Muy lento.
De vez en vez se detiene.
Espera distinguir algún perfume desde mis ojos.
Pero nada veo.
Nada siento.
O es que siento todo.
Todo tan profundo y tan verdadero
Que se me lleno de moretones el corazón
Que se lleno de rocas mis ojos.
Y ahora ya no se elevan.
El mundo se oculta de la magia.
Y yo me oculto de los finales.
Estoy a mitad de la esfera de mi sueño.
Con un puñal en las manos.
Solo quiero matar un ave.
El ave que lleva mi espíritu.
No es bueno que siga en el aire.
Debe sumergirse en la tierra.
Como lo hace mi cuerpo.
Sumergido en el dolor de esta tarde.
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