Como se caen los espíritus de los cuerpos.
Cuando olvidamos vestirnos de su luz.
A mitad de sueño, o de caricia de viento.
Como se cae la luna, frente a tus pies.
A mitad de verbo a principio de desamor.
Llena de esta música que inflama los volcanes.
Ardiendo en las llamas, de un nuevo color.
Me caigo, como se cae el silencio.
Después de la bomba del dolor.
Y no soy un grito, ni un débil lamento.
Apenas si soy un susurro de mi cuerpo.
Apenas si los labios me prestan sus parlantes.
Desde mi pulmón.
Me caí de mí.
Sobre la roca fría.
Que no es la del principio,
Que no es la del calvario,
Que no es la del fin.
Me caí de mí.
Como una moneda cae en una fuente.
Caí al lago que se abre camino en cualquier patio, vereda, calle o jardín.
Cuando el espíritu esta por caer debajo de los pies
Se abre el lago.
Y traga por completo nuestra luz.
Y se vuelve estrella, y se vuelve pez.
Y se vuelve piedra del fondo oscuro.
Y nace una sirena, o un ser de algas y espumas.
Un caracol de colores especiales.
Rosas, verde, nacarados.
Pero ya no me habito.
Ya no cuelgo de las ramas.
No soy ni semilla, ni fruta.
Ni pluma de árbol.
Estoy en lo profundo del lago
Que se abrió a mis pies.
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